Mientras estaba sentado en la parte trasera de un potente coche de 200 CV al que un colega de profesión intentaba exprimir al máximo circulando en el circuito del Jarama recibí una llamada:
Leyendo las etapas ya realizadas sobre el camino uno de mis compañeros de viaje me hizo una crítica constructiva en la que me reprochaba que no había mucho tema espiritual (en el más amplio sentido del término), él me contaba que "A mi me ha gustado el intercambio de impresiones y comentarios con la diversidad de gente que hace el camino; quizás andando sea más provechoso en este sentido, pero me he dado cuenta de que una de las claves del camino es la cercanía y ambiente receptivo de las personas para hablar de cualquier cosa."
Como no queremos llegar a Santiago excesivamente tarde decidimos que esta última etapa vamos a salir más temprano, por lo que quedamos a desayunar a las siete en vez de a las ocho, que es nuestra hora habitual. Tanto queremos madrugar que no nos damos cuenta de avisar en el hotel, que resulta que abre los desayunos un poco más tarde de las siete y por lo tanto tenemos que esperar fuera.
La octava jornada del camino para mí (tercera para el resto) transcurre entre los pueblos de Sarria y Melide. Si desde Sahagún ya encontramos muchos peregrinos, la afluencia aumenta en proporción geométrica según nos acercamos a Santiago. Tras haber sufrido un pinchazo el día anterior y comprobar el lamentable estado de mi neumático trasero, cambio éste antes de salir para evitar males mayores.
Cuando llegamos a Las Herrerías de Valcarce nuestro horario iba mucho más allá de lo habitual en jornadas anteriores en las que yo había terminado antes de comer, por lo que tuve que aplazar la publicación de la etapa, pero las que no sufrieron en absoluto fueron mis partes traseras, que como por arte de magia se debieron acostumbrar a las muchas horas de bici y dejaron de pasarme factura. Eso sí, como ya habréis podido comprobar, el hecho de tener compañía me hizo despirtarme de mis quehaceres en el blog. Antes de salir desayunamos unas tostadas de requesón y miel, supongo que especialidad de la casa (Capricho de Josana) que nos sirvió Sara, la simpática camarera que también se prestó para hacerse unas fotos con todos nosotros.
Al fin llegaron los compañeros… y no os podéis imaginar la diferencia. Bueno, lo primero es que a las dos de la madrugada llegaron desde Madrid, porque la furgoneta Vivaro que nos dejaron de Opel era fantástica pero hubo que colocar baca y soporte para bicis para poder llevar las seis bicicletas, los seis individuos y las maletas de todos.
Tras haber sido precavido y habiendo comprado un par de botellas de agua para el día siguiente, la noche en el Hostal San Martín se me hace larga debido al calor. Y eso que durante la noche comienza a refrescar, pero sigo dándole vueltas a todos los problemas que he tenido los días anteriores y, por aquello de evitar otros mayores, decido abandonar Mansilla de las Mulas a la intempestiva hora de las 5:30 de la mañana.
Ayer terminé de contaros el camino en su tercera etapa de recorrido, aunque no pude contar nada del lugar donde me alojaba porque no tenía excesivo conocimiento del mismo -acababa de llegar-, así es que hoy me toca comentar algo de ayer y también del camino recorrido hoy :-)
La pensión, a pesar de ser un chollo, no puede evitar el hecho de que en Valladolid está haciendo más calor que nunca. Descanso un poco por puro agotamiento pero la pequeña habitación parece un horno. Cuando pienso en que tengo que pedalear al día siguiente con tanto calor comienzo a agobiarme. Como en cualquier caso parece que no puedo dormir, decido tomar una ducha a eso de las cuatro de la mañana y preparar todos los trastos para continuar camino. Le pongo una luz al casco y comienzo la marcha a las cinco de la mañana. La ola de calor es tan real que incluso con dicho horario intempestivo no tengo nada de frío con sólo una camiseta.
Santa Maria la Real de Nieva - Arroyo de la Encomienda (Valladolid)
Tras una reparadora noche en la que el dolor de piernas por el esfuerzo realizado penalizó en parte el descanso, me levanté relativamente temprano con la sana intención de realizar tantos kilómetros como pudiera con un tiempo que no fuera excesivamente caluroso. Por si no os lo había dicho antes salí de casa el día 24 de junio del 2011, justo cuando anunciaban gran ola de calor, pero como la planificación ya estaba hecha no tenía más remedio.
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